La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, reafirmó esta semana el compromiso de Estados Unidos de combatir el narcotráfico, al declarar que el país está listo para «utilizar todo su poder» para detener el ingreso de drogas a su territorio. Esto surge en un contexto de creciente tensión en la región, donde tres destructores de la Armada estadounidense, junto con 4.000 efectivos, han sido enviados a las aguas caribeñas cercanas a Venezuela. Leavitt también enfatizó que el presidente Donald Trump está decidido a «llevar a los responsables ante la Justicia», reforzando así la postura agresiva de Washington frente al narcotráfico que plaga la región.
Ayer, fuentes de Reuters revelaron que la llegada de los buques destructores de misiles guiados Aegis, incluyendo el USS Gravely, el USS Jason Dunham y el USS Sampson, se materializaría en un plazo de 36 horas. Este despliegue forma parte de una estrategia más amplia de Estados Unidos para hacer frente a las amenazas provenientes de cárteles de droga latinoamericanos, en especial del infame Cartel de los Soles, cuyo líder está ligado al régimen chavista de Nicolás Maduro. La intención de EE. UU. es clara: desarticular las actividades de estas organizaciones que han sido catalogadas como terroristas globales por la administración Trump.
Además de los destructores, la presencia militar estadounidense en la zona también incluiría aviones espía P-8 y al menos un submarino de ataque. Según un funcionario estadounidense que prefirió permanecer en el anonimato, esta operación abarcará varios meses y se concentrará en la vigilancia y el ataque de las rutas de narcotráfico que operan desde Venezuela. Los activos navales se han preparado para realizar labores de inteligencia y vigilancia, así como para implementar ataques si la situación lo requiere, lo que refleja el nivel de compromiso de EE. UU. en su lucha contra el narcotráfico.
En respuesta a estas acciones, Nicolás Maduro ha emitido declaraciones desafiantes, reafirmando el compromiso de su gobierno de «defender nuestros mares, nuestros cielos y nuestras tierras». Esta retórica defensiva sugiere que el régimen venezolano busca movilizar el apoyo interno ante lo que considera una violación de su soberanía, mientras que distintos sectores de la sociedad venezolana ven con preocupación la posibilidad de un enfrentamiento militar con las fuerzas estadounidenses. La tensión se intensifica a medida que se acerca la llegada de los destructores a la costa venezolana.
A pesar de la estrategia militar de EE. UU., las relaciones internacionales continúan siendo un campo de batalla complicado, especialmente después de que Trump autorizara en secreto operaciones militares para eliminar a líderes de cárteles en Latinoamérica, incluyendo a Nicolás Maduro. La administración del líder chavista ha calificado estas acciones de «extravagante y extraña» y una muestra de lo que consideran la decadencia de un imperio en declive. De esta manera, la situación no solo se percibe en un nivel militar, sino también en el ámbito diplomático, donde el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela sigue siendo incierto.





