Desde el martes, la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) ha dejado un rastro devastador en la Comunidad Valenciana y otras regiones de España, con más de 150 víctimas mortales y daños materiales significativos. Este episodio extremo de lluvias intensas ha encendido nuevamente la alarma sobre el impacto del cambio climático, siendo un 12% más intensas y el doble de probables que en condiciones preindustriales, según un análisis del grupo World Weather Attribution (WWA), que evalúa el papel del cambio climático en eventos extremos.
Análisis y evidencias: el cambio climático como principal factor
El informe preliminar del WWA, aunque basado en observaciones y no en modelos climáticos, sugiere que el calentamiento global es la causa más probable de esta DANA. La lógica es clara: una atmósfera más cálida retiene más humedad, aumentando la probabilidad y magnitud de lluvias torrenciales. De acuerdo con la relación de Clausius-Clapeyron, el aumento de 1,3 °C en la temperatura global permite a la atmósfera almacenar aproximadamente un 9% más de humedad, lo cual contribuye a precipitaciones más intensas.
Además, un estudio de Climate Central destaca que el cambio climático incrementó entre 50 y 300 veces la probabilidad de que el océano Atlántico, a una temperatura inusualmente alta, agregara humedad a la tormenta. Esto provocó que se registraran precipitaciones que en algunas zonas superaron los 500 litros por metro cuadrado.
Combustibles fósiles y la urgencia de actuar
La climatóloga Friederike Otto, directora del WWA, subraya que la dependencia de los combustibles fósiles sigue siendo una de las principales causas del calentamiento global. Según Otto, “tenemos la tecnología y el conocimiento necesarios para abandonar el carbón, el petróleo y el gas en favor de las energías renovables”. Sin embargo, recalca la necesidad de que los líderes mundiales tomen decisiones firmes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Otto también destaca la importancia de la adaptación ante futuros desastres naturales, instando a prepararse para condiciones meteorológicas extremas, que son cada vez más frecuentes y severas. Las recientes inundaciones en España reflejan la falta de preparación para enfrentar estos fenómenos, con una cifra de fallecidos que pone de manifiesto esta necesidad imperiosa.
Futuro incierto: lluvias torrenciales y calentamiento global
Los expertos advierten que episodios similares de lluvias extremas serán cada vez más intensos y comunes a medida que el clima siga calentándose. Otros estudios de atribución de eventos como las tormentas Daniel y Boris también señalan esta tendencia. Según la ONU, si no se toman medidas drásticas, el mundo podría experimentar un incremento de temperatura de entre 2,6 y 3,1 °C para finales de siglo, lo cual aumentaría significativamente los riesgos de fenómenos climáticos extremos.
Ben Clarke, investigador del Imperial College de Londres y coautor del análisis, enfatiza que estamos “cargando los dados del clima extremo de la peor manera posible”. Esta advertencia refuerza la urgencia de adoptar políticas climáticas sostenibles que mitiguen las peores consecuencias del cambio climático.
El episodio reciente de la DANA en España es una advertencia clara sobre el rumbo que está tomando el planeta y la urgente necesidad de actuar a nivel global para evitar un futuro de desastres climáticos cada vez más intensos.