La industria marítima se enfrenta a un nuevo paradigma: la volatilidad no es una anormalidad, sino la nueva normalidad. En las últimas semanas, los titulares han oscilado entre opiniones opuestas sobre los volúmenes transportados por las principales navieras. A pesar de estas incertidumbres, las grandes compañías están utilizando prácticamente toda su flota de portacontenedores. Esto indica una resiliencia notable frente a las crisis económicas y comerciales. En un momento en que el clima global del comercio es incierto, el sector marítimo demuestra que es posible seguir adelante, incluso en medio de condiciones adversas.
Para Chile, un país cuya economía depende en gran medida del comercio exterior, estos desarrollos son un llamado urgente a la acción. La volatilidad en el comercio global implica que la economía chilena no puede esperar a que las cosas se estabilicen para que su logística funcione adecuadamente. En cambio, el país debe adaptarse y evolucionar. Esta transformación es fundamental para que Chile siga siendo competitivo en el escenario internacional, donde los cambios ocurren a un ritmo acelerado.
Aquí es donde entra en juego el Logtech, la tecnología logística que está revolucionando la manera de operar en el sector. Soluciones como la trazabilidad en tiempo real, inteligencia artificial predictiva, y sistemas de optimización de rutas permiten a las empresas no solo gestionar la volatilidad, sino convertirla en una ventaja competitiva. Las empresas que aprovechan estas herramientas no solo sobreviven, sino que prosperan, adaptándose a las necesidades cambiantes de un mercado global en constante transformación.
Los actores que esperan regresar a la «normalidad» están, en cierta medida, atrapados en una mentalidad desfasada. En lugar de mirar hacia atrás, necesitan centrarse en el futuro logístico, que pertenecerá a aquellos que se sientan cómodos con la incertidumbre. Con una combinación de tecnología, agilidad y una visión estratégica, las empresas pueden «surfear» las olas de cambios inesperados en el comercio y la economía global. Esto requiere no solo inversiones en tecnología, sino también un cambio cultural dentro de las organizaciones.
Finalmente, la cuestión no es si los contenedores seguirán moviéndose, sino cuán preparados estamos para movernos junto a ellos. La capacidad de respuesta y adaptabilidad será crucial para navegar en estas aguas turbulentas. La evolución hacia un modelo logístico más robusto y flexible es esencial, no solo para Chile, sino también para toda la comunidad global que depende de un flujo constante y eficiente de bienes. Los tiempos de incertidumbre también pueden ser tiempos de gran oportunidad, y la clave estará en cómo cada empresa logre adaptarse a este desafío.