El artista chileno Eduardo Flores Castillo, conocido artísticamente como Petruzzi, está transformando la representación de la fauna nativa de Chile a través de su obra, la cual se exhibe en la prestigiosa galería Akneye en Dubái. Petruzzi toma como protagonistas a animales como la ranita de Darwin, el monito del monte, el martín pescador y el zorzal, convirtiéndolos en símbolos de la biodiversidad y la urgencia de proteger los ecosistemas en peligro de su país natal. Con un estilo vibrante y expresivo, el artista busca generar conciencia sobre la grave situación que enfrentan estas especies entre la degradación de sus hábitats, a menudo olvidadas en el discurso común sobre el medio ambiente.
En una declaración sobre su obra, Petruzzi afirmaba que ‘la ranita de Darwin, el monito del monte, el martín pescador y el zorzal tienen algo en común: son especies nativas que enfrentan serias amenazas’. Su intención al crear estas piezas artísticas es que cada uno de estos animales se convierta en una figura emblemática de la conciencia ambiental, resonando en el corazón de quienes aprecien su trabajo. Utilizando trazos firmes y una paleta de colores vívidos, las obras de Petruzzi no solo embellecen los espacios, sino que también educan y empoderan al público sobre la importancia de la conservación de la naturaleza chilena.
El pintor considera que el arte tiene un poder único para abordar temas que a veces el discurso científico o político no logra alcanzar. ‘Con mis obras busco acercar estos temas a la ciudadanía, para que reconozca a estas especies como propias’, sostiene. Así, trata de animar a las personas a ver más allá de los datos científicos, fomentando una conexión emocional con la fauna local. El sentido de pertenencia y reconocimiento que el artista busca crear tiene el potencial de ser un eficaz catalizador en la lucha por la protección de la biodiversidad.
Las coloridas obras de Petruzzi han sido bien recibidas por públicos de todas las edades. Desde niños que encuentran diversión y aprendizaje en sus libros para colorear, hasta adultos que se conectan con los sutiles mensajes que transmiten sus elegantes pinturas y productos, como libretas y relojes. Cada pieza se convierte en un objeto de reflexión sobre el valor intrínseco de las especies y la naturaleza chilena. Con más de diez años en el mundo del arte gráfico, Petruzzi ha logrado establecer un estilo distintivo que no solo representa, sino que aboga por aquellos que, como los animales que retrata, no tienen voz.
‘Si perdemos a nuestras especies, también perdemos una parte de nuestra historia’, concluye Petruzzi, convencido de que el arte puede ser el puente necesario entre la emoción y la acción en la lucha contra la crisis ambiental. El trabajo de este artista es un recordatorio poderoso de la responsabilidad colectiva que tiene la humanidad en la conservación del patrimonio natural. Su voz, visible a través de cada color y cada trazo, resuena como un llamado urgente a la acción para proteger y honrar la rica biodiversidad de Chile y el mundo.