Alejandro Hernández Toro es un hombre que lleva toda su vida en la industria de la recuperación de materiales. Comenzó con el papel y cartón, pero hoy se desempeña en el rubro de los metales.
Con 51 años, podríamos decir que Alejandro Hernández Toro lleva más de la mitad de su vida en el negocio del reciclaje. Sin embargo, su familia lleva más de 80 años ligada a este rubro, el que año a año ayuda a recuperar diferentes tipos de material.
“En 1938, mi abuelo partió con el negocio únicamente recogiendo papel y cartón con una carreta tirada por caballos. Después, mi tía, quien fue la que siguió directamente con el negocio, fue la que le dio las herramientas necesarias para que mi padre partiera con su propia empresa”, comenta Alejandro.
En aquella empresa liderada por su padre y por su tío, cuya operación se mantuvo desde los años 70 a los 90, Alejandro pudo aprender todos los conocimientos necesarios para desempeñarse en la industria del reciclaje de papel y cartón.
De esa manera, en 1994, una vez que egresó de la carrera de Contador Auditor, entró a formar parte de una nueva empresa de reciclaje formada por su padre, en donde desde los años 90 hasta el 2000 lideraron el mercado de la recuperación del papel.
“Una vez que yo egresé, inmediatamente me puse a trabajar con mi papá en una nueva empresa. Allí, logramos manejar grandes cantidades de papel, alrededor de 4.000 a 4.500 toneladas mensuales, las que vendíamos principalmente a grandes papeleras del país”, relata Hernández.
Sin embargo, al entrar en el nuevo milenio, un cambio en la industria provocó que el precio que se pagaba por el papel disminuyera drásticamente. Por esa razón, la familia Hernández Hernández, optó por abrirse a otros rubros.
El mundo del reciclaje de metales
A inicios del 2000, Alejandro junto a su padre decidieron entrar de lleno al mundo de la recuperación de metales, algo que no les costó demasiado: “Básicamente lo que hicimos fue decirle a nuestros más de 400 proveedores de papel que también se dedicaran a recolectar metales, con lo que, al primer mes de haber tomado la decisión de entrar a este negocio ya manejábamos más de 20 toneladas”, detalla Hernández Toro.
Y ese número comenzó a crecer más mes a mes, llegando a más de 400 toneladas mensuales después del cuarto mes. Con el pasar de los años, esa cifra crecería aún más llegando a más de 1.200 toneladas mensuales en 2007.
Fue en ese periodo de crecimiento, cuando los tres hermanos de Alejandro entraron al negocio familiar, lo que les permitió expandir sus fronteras creando sucursales en La Serena, Viña del Mar, Santiago y Concepción.
En cuanto al modelo de negocio que utilizaron, se basaba básicamente en gestionar la llegada de los metales que conseguían con sus proveedores, a una planta en donde lo compactaban y lo preparaban para ser exportado a países como China, Corea del Sur, Estados Unidos e India.
“Chile no tiene una industria que sea capaz de darle un nuevo uso a los metales, es muy pequeña. Por eso, la única manera de conseguir una recuperación real del metal es a través de empresas extranjeras, las que son capaces de transformar este elemento y convertirlo en diferentes cosas”, señala Hernández.
Finalmente, tras 20 años trabajando juntos, Alejandro y sus hermanos deciden terminar su sociedad en 2013, repartiendo las sucursales que habían consolidado en diferentes partes del país. Con ello, Hernández Toro comenzaría una nueva etapa de su vida junto a nueva empresa.
Norte Verde SpA, empresa líder en recuperación de metales
Con una operación que va desde Coquimbo a Santiago, Norte Verde fue el nombre que Alejandro y su familia le dieron a su nueva empresa, la que a día de hoy se configura como uno de los principales exponentes del mercado del reciclaje de metales.
Utilizando el mismo modelo que Alejandro, su padre y sus hermanos diseñaron por años, Norte Verde se dedica a recuperar metales como el acero, el bronce, el aluminio y el cobre, así como también todo tipo de basura electrónica, lo que se conoce como e-waste.
Una vez obtenidos estos materiales, los cuales son recolectados por sus proveedores, Norte Verde se dedica a clasificarlos en una primera instancia, para luego compactarlos bajo las medidas internacionales necesarias para ser exportados.
Como se puede observar en la siguiente imagen, del proceso de compactación resultan grandes bloques de metal, los cuales se transportan al exterior en barco:
Uno de los elementos más importantes de Norte Verde, y que los diferencia de otras empresas del rubro, es que han implementado un eficiente Modelo de Prevención de Delitos, el cual se encarga de prevenir principalmente el delito de receptación, algo habitual en el negocio en el que se desenvuelven.
“Existe una serie de elementos de metal que no compramos, ya que su procedencia puede ser muy dudosa, como por ejemplo el tendido eléctrico de empresas de electricidad y telefonía, o bien, elementos de infraestructura pública”, explica Alejandro Hernández.
Con el objetivo de ayudar a las demás empresas del rubro y a todo tipo de negocios, Norte Verde ha lanzado una interesante iniciativa que comparte capacitaciones gratuitas en video, para que cualquier compañía pueda conocer su responsabilidad penal jurídica y establecer su propio Modelo de Prevención de Delitos. Aquí puedes verlas.