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¿Por qué Warren Buffett prefiere efectivo a las acciones en este momento?

Buffett vende acciones y guarda efectivo por la incertidumbre. Cree que el mercado está demasiado caro. ¿Tiene razón o se equivoca?

Warren Buffett se deshace de acciones y acumula efectivo ante la incertidumbre económica. ¿Por qué? El famoso inversor ha vendido acciones de empresas estadounidenses por valor de 13.3 mil millones de dólares en el primer trimestre del año. Al parecer, no le gustan mucho las valoraciones del mercado y prefiere guardar su dinero en efectivo o comprar sus propias acciones. Su empresa, Berkshire Hathaway, tiene una montaña de 130.6 mil millones de dólares en caja, la mayor desde 2021. Buffett dice que la economía se está desacelerando y que sus negocios ganarán menos este año. ¿Será que el oráculo de Omaha ha perdido su toque o que sabe algo que nosotros no sabemos?

Hace poco se celebró la reunión anual. La reunión anual de Berkshire Hathaway es el evento más esperado del año para los amantes de las inversiones. En ella, Warren Buffett y Charlie Munger, dos genios de las finanzas que llevan casi 60 años haciendo dinero con sus negocios, hablan de todo un poco con sabiduría y humor. El pasado sábado, miles de personas se conectaron por internet para escuchar sus consejos, opiniones y chistes sobre temas tan variados como la inflación, la inteligencia artificial, Apple, el petróleo o las criptomonedas.

¿Qué podemos aprender de estos dos maestros? Una de sus lecciones más importantes es que no hay que dejarse llevar por el pánico ni por la euforia del mercado. Ellos buscan empresas infravaloradas y con ventajas competitivas que puedan comprar baratas y mantener a largo plazo. Como dice Buffett: «Lo que te da oportunidades es que las otras personas hagan cosas estúpidas».

Otra lección es que hay que confiar en el futuro de Estados Unidos y en su economía. A pesar de los problemas actuales, como la presión inflacionaria, Buffett cree que la Reserva Federal sabrá manejar la situación y que el dólar seguirá siendo la moneda de reserva mundial. Además, dice que Estados Unidos tiene una capacidad increíble para innovar y crear riqueza. Cierto. 

También nos enseñan, como de costumbre, que no hay que meterse en lo que no se entiende. Ni Buffett ni Munger son fans de las criptomonedas, y lo dicen sin tapujos. Consideran que son un activo especulativo y volátil que no tiene ningún valor intrínseco. No es el fin del mundo. Cada quien está en su derecho de opinar. Nadie tiene que ofenderse ni molestarse. Ellos simplemente prefieren invertir en empresas sólidas y rentables que conocen bien, como Apple o Coca-Cola.

Por último, nos muestran que hay que aprender de los errores y ser humildes. Buffett reconoció que cometió un error al vender sus acciones de aerolíneas el año pasado, cuando el sector se desplomó por la crisis sanitaria. También admitió que se equivocó al no invertir en Google o Amazon cuando tuvo la oportunidad. Sin embargo, no se arrepiente ni se lamenta, sino que trata de aprender de sus fallos y mejorar su criterio.

Y lo más importante: nos animan a disfrutar de lo que hacemos y no obsesionarnos con el dinero. A pesar de su edad y su fortuna, Buffett y Munger siguen trabajando con pasión y entusiasmo por sus negocios. No lo hacen por codicia ni por ego, sino por diversión y por curiosidad. Como dice Munger: «Si no eres feliz con 50 millones de dólares, tampoco lo serás con 100 millones».

¿Te has preguntado alguna vez por qué Berkshire Hathaway tiene tanto efectivo en su empresa en este momento? No es que le guste nadar en billetes como el Tío Rico, sino que tiene sus razones. La primera es que su negocio principal es el de los seguros, y eso implica que debe tener siempre mucho dinero disponible para pagar las posibles indemnizaciones. Sobre todo, en verano, cuando hay más riesgo de incendios, huracanes o invasiones alienígenas.

La segunda es que Buffett es un inversor muy exigente y selectivo. Él solo compra empresas que le parecen baratas y rentables, y que tienen una ventaja competitiva frente a sus competidores. Pero como ahora mismo el mercado está muy caro y todo el mundo se ha vuelto loco comprando acciones de cualquier cosa, él no encuentra muchas oportunidades que le convenzan. Por eso prefiere esperar a que bajen los precios y tener el efectivo listo para aprovecharlos. Así es como se hace rico el abuelito sabio.

Cuando se trata de valorar una empresa, no basta con mirar sus números actuales, sino que hay que tener en cuenta el entorno en el que opera y las expectativas que tiene para el futuro. No es lo mismo una empresa que espera recibir un aluvión de ingresos en los próximos meses, que otra que se enfrenta a una situación difícil y a una caída de la demanda. Esto parece obvio, pero a veces el mercado se olvida de ello y se deja llevar por las emociones.

Considerando la situación, es probable que en este momento el mercado se encuentra en una fase de negación. Está valorando todo como si lo peor de la crisis ya hubiera pasado y todo fuera a ir bien. Pero no está teniendo en cuenta los riesgos que se ciernen sobre la economía, como la posibilidad de una recesión, la desaceleración del crecimiento o la reducción de los beneficios. Estos factores podrían afectar negativamente a las empresas y hacer que sus acciones bajen de precio.

Sin embargo, el mercado está muy distraído por otros temas, como la posible pausa de la Fed en su política monetaria o los avances en la inflación. Estos temas pueden influir en el comportamiento del mercado a corto plazo, pero no cambian la realidad de las empresas a largo plazo. Por eso, hay que ser prudentes y no dejarse engañar por las apariencias.

¿Acaso es posible que todo esté sobrevalorado? ¿Y que los alcistas estén comprando en sobreprecio? No podemos afirmarlo con certeza, pero tampoco podemos descartarlo. Lo que sí podemos hacer es analizar cada decisión con rigor y criterio. Así podremos evitar pagar más de lo que vale algo y encontrar oportunidades de inversión rentables. Bueno, ese ha sido el camino elegido por Warren Buffett, que prefiere sentarse en una gran pila de efectivo que pagar más por algo que en realidad vale menos. A pesar de que el mercado piense diferente en el momento.

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